domingo, 27 de enero de 2013

Se quedaron las cosas sin su sentido


Se quedó el cielo sin su suelo, se quedó la noche sin sus estrellas, se quedó el vaso sin agua que lo llene, el olvido sin intención, la rosa sin sus espinas, el verso sin el arte, la música sin canción. Se quedó a oscuras la mañana, se quedó mudo el colchón, frío el café, rotos los libros, se quedó el chocolate sin sabor, la blusa de lunares sin lunares, se quedó marchito el invierno, se quedó sin flores la primavera. Se quedó pensando el inútil, se quedó sin esperanza Pandora, se quedó orgulloso el cobarde, se quedó el agua sin su mar, el ombligo sin su mundo, la lluvia sin su tempestad. Se quedó tan sola, que pensaba que ahora todo se había partido en dos. Tú te llevaste una mitad, yo me quedé con la otra. Tú la vives, yo la escribo. Y así se separaron el agua y el aceite, dudando, sigilosos pero acertados, como se queda uno desnudo frente a la ventana esperando que ocurra, que pase, que pase, que pase de una vez, cuando lo único que pasa frente a tu ventana es la vida, que se quedó sin su muerte y nada más. Porque este más, también se quedó sin su menos.



sábado, 19 de enero de 2013

Como estigmatizar un problema que no interesa.


No sé si a veces se nos escapan ciertos detalles o es que realmente no los queremos ver, pero hay ciertos aspectos que supongo sería de mucha ayuda tenerlos en cuenta aunque este texto sea demasiado subjetivo.

El punto número uno es que los problemas no se eligen, una persona no elige tener un problema, no elige pasarlo mal y no elige que hoy se va a levantar de buena gana porque la vida es maravillosa. Y es que viviendo en la calle de la piruleta, esquina de la golosina las cosas también pueden salir mal, pueden torcerse. Se te pueden torcer.

El punto número dos son los tipos de problemas, hay algunos que se escuchan mejor que otros, que son más “admisibles” porque ciertamente creemos que sabemos abordarlos, creemos que somos verdaderos sabios y por ende daremos el mejor de los apoyos. Pero el conflicto surge cuando ese problema no interesa. ¿Qué pasa cuando le cuentas a alguien un problema más feo de lo habitual? Que la mayoría da palmadita en la espalda y a otra cosa. No sé por qué exactamente pero no hay cosa más triste que alguien que intenta contar un problema y no es ni escuchado. Su problema queda infravalorado y la persona que lo sufre decepcionado consigo mismo por ser tan imbécil de contarlo y decepcionado por equivocarse de persona. Una vez más.

El punto número tres es lo que te dice alguien cuando le estás contando que hay algo en tu vida que va mal, que te preocupa más de la cuenta o que las cosas se han jodido pero bien. ¿Qué te dicen? “Ánimo”, “todo va a salir bien”, “no es para tanto”, “no te preocupes”… Tirando de tópicos. No necesitamos tópicos, esos nos los sabemos a la perfección todos y la teoría está genial, pero no esperamos ciertamente que nos digan eso. Supongo que algunos esperarán el consejo de su vida como respuesta a una pregunta lanzada a gritos pero en silencio en boca del problema ¿Cómo salgo de aquí?; Pero realmente un amigo no es un psicólogo y si hay algo que los debería de diferenciar son los abrazos. Un abrazo a tiempo salva. Un contacto físico traducido en un “no estás solo” o “estoy aquí” en todo eso que dicho de manera verbal no significa lo mismo.

El punto cuatro y tirándolo todo por la borda, me atreveré a decir que cuando le cuentas un problema a alguien y no es escuchado, es infravalorado y te quedas igual o peor que si no lo hubieras contado surge la necesidad de cambio. Cambia algo en tu vida o en las vidas que te rodean porque hay algo que está fallando. No vuelvas a pecar de ingenuidad, de confianza. A veces las personas que menos te conocen son las que más se pondrán en tu piel e intentarán ayudarte. Y esto no es un consejo es un punto de vista, una reflexión.

Personalmente, esto es lo que me ha enseñado el 2012. A pensar en los problemas, a no tratarlos como un tabú. A base de experiencia y como palo añadido, yo también me confundí y por eso sé de lo que hablo.

No hay nada más horrible que contar algo, pedir ayuda de manera indirecta y comprobar al rato que estás arrepentido de contarlo porque no ha servido para nada absolutamente. Es importante recordar que no todas las personas con las que contabas estarán ahí, aunque sean muy cercanas.

Por favor, no hagamos de la idea de “pedir ayuda” un estigma, no construyamos una frontera de hielo entre “necesidad” y “necesito pedir ayuda”. Sería una pena. 

martes, 8 de enero de 2013

Antes de todo... Perdona si necesito un poco de vino blanco.


- Las casualidades no hicieron la vista gorda, no nos volvimos a conocer en otra época y en otro lugar.
- Mirar al futuro sin miedo y enfrentarse al presente sin nostalgia. 
- No creerse dueña del azar. 
- Aceptar que tanto el tiempo como la distancia hacen estragos en todo.
- Comprobar que eres terrenal y que ciertamente... 
- Recordar que la vida está en la calle y no encima de los hombros. 
- Que los sueños y la realidad choquen los cinco de una vez por todas.
- Reconocer. (esto multiplicado por 10) 
- Dejar que utopía y locura vayan de la mano. 

A ver como lo mezclo para hacer la poción que salvará de una fuga de ideas a la estatua de sal que he pintado descalza y la he vuelto a llamar utopía.