Se quedó el cielo sin su
suelo, se quedó la noche sin sus estrellas, se quedó el vaso sin agua que lo
llene, el olvido sin intención, la rosa sin sus espinas, el verso sin el arte, la música sin canción. Se quedó a oscuras
la mañana, se quedó mudo el colchón, frío el café, rotos los libros, se quedó
el chocolate sin sabor, la blusa de lunares sin lunares, se quedó marchito el
invierno, se quedó sin flores la primavera. Se quedó pensando el inútil, se
quedó sin esperanza Pandora, se quedó orgulloso el cobarde, se quedó el agua
sin su mar, el ombligo sin su mundo, la lluvia sin su tempestad. Se quedó tan
sola, que pensaba que ahora todo se había partido en dos. Tú te llevaste
una mitad, yo me quedé con la otra. Tú la vives, yo la escribo. Y así se
separaron el agua y el aceite, dudando, sigilosos pero acertados,
como se queda uno desnudo frente a la ventana esperando que ocurra, que pase,
que pase, que pase de una vez, cuando lo único que pasa frente a tu ventana es la vida, que se quedó sin su muerte y nada más. Porque este más, también se quedó sin su menos.
domingo, 27 de enero de 2013
sábado, 19 de enero de 2013
Como estigmatizar un problema que no interesa.
No sé si a veces se nos escapan ciertos detalles o es que
realmente no los queremos ver, pero hay ciertos aspectos que supongo sería de
mucha ayuda tenerlos en cuenta aunque este texto sea demasiado subjetivo.
El punto número uno es que los problemas no se eligen, una
persona no elige tener un problema, no elige pasarlo mal y no elige que hoy se
va a levantar de buena gana porque la vida es maravillosa. Y es que viviendo en
la calle de la piruleta, esquina de la golosina las cosas también pueden salir
mal, pueden torcerse. Se te pueden torcer.
El punto número dos son los tipos de problemas, hay algunos
que se escuchan mejor que otros, que son más “admisibles” porque ciertamente
creemos que sabemos abordarlos, creemos que somos verdaderos sabios y por ende daremos
el mejor de los apoyos. Pero el conflicto surge cuando ese problema no
interesa. ¿Qué pasa cuando le cuentas a alguien un problema más feo de lo
habitual? Que la mayoría da palmadita en la espalda y a otra cosa. No sé por
qué exactamente pero no hay cosa más triste que alguien que intenta contar un
problema y no es ni escuchado. Su problema queda infravalorado y la persona que
lo sufre decepcionado consigo mismo por ser tan imbécil de contarlo y
decepcionado por equivocarse de persona. Una vez más.
El punto número tres es lo que te dice alguien cuando le
estás contando que hay algo en tu vida que va mal, que te preocupa más de la
cuenta o que las cosas se han jodido pero bien. ¿Qué te dicen? “Ánimo”, “todo
va a salir bien”, “no es para tanto”, “no te preocupes”… Tirando de tópicos. No
necesitamos tópicos, esos nos los sabemos a la perfección todos y la teoría
está genial, pero no esperamos ciertamente que nos digan eso. Supongo que
algunos esperarán el consejo de su vida como respuesta a una pregunta lanzada a
gritos pero en silencio en boca del problema ¿Cómo salgo de aquí?; Pero
realmente un amigo no es un psicólogo y si hay algo que los debería de
diferenciar son los abrazos. Un abrazo a tiempo salva. Un contacto físico
traducido en un “no estás solo” o “estoy aquí” en todo eso que dicho de manera
verbal no significa lo mismo.
El punto cuatro y tirándolo todo por la borda, me atreveré a
decir que cuando le cuentas un problema a alguien y no es escuchado, es
infravalorado y te quedas igual o peor que si no lo hubieras contado surge la
necesidad de cambio. Cambia algo en tu vida o en las vidas que te rodean porque
hay algo que está fallando. No vuelvas a pecar de ingenuidad, de confianza. A
veces las personas que menos te conocen son las que más se pondrán en tu piel e
intentarán ayudarte. Y esto no es un consejo es un punto de vista, una
reflexión.
Personalmente, esto es lo que me ha enseñado el 2012. A pensar
en los problemas, a no tratarlos como un tabú. A base de experiencia y como
palo añadido, yo también me confundí y por eso sé de lo que hablo.
No hay nada más horrible que contar algo, pedir ayuda de
manera indirecta y comprobar al rato que estás arrepentido de contarlo porque
no ha servido para nada absolutamente. Es importante recordar que no todas las personas con las que contabas estarán ahí, aunque sean muy cercanas.
Por favor, no hagamos de la idea de “pedir ayuda” un estigma,
no construyamos una frontera de hielo entre “necesidad” y “necesito pedir ayuda”.
Sería una pena.
martes, 8 de enero de 2013
Antes de todo... Perdona si necesito un poco de vino blanco.
- Las casualidades no hicieron la vista gorda, no nos volvimos a conocer en otra época y en otro lugar.
- Mirar al futuro sin miedo y enfrentarse al
presente sin nostalgia.
- No creerse dueña del azar.
- Aceptar que
tanto el tiempo como la distancia hacen estragos en todo.
- Comprobar
que eres terrenal y que ciertamente...
- Recordar que la vida está en la calle y no encima de los hombros.
- Que los sueños y la realidad choquen los cinco de una vez por todas.
- Reconocer. (esto multiplicado por 10)
- Dejar que utopía y locura vayan de la mano.
A ver como lo mezclo para hacer la poción que salvará de una fuga de ideas a la estatua de sal que he pintado descalza y la he vuelto a llamar utopía.
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