El corazón nos estaba llamando a voces, si nos hubiera dicho
que saltáramos desde lo alto de la montaña lo hubiéramos hecho. Vulnerables
hasta el infinito incapaces de prestarle atención a nuestra cuerda cabeza.
Exquisitos e impredecibles, éramos tan soñadores que solo mandaba el corazón o
las tripas. Pensábamos que lo que dijeran las tripas era lo correcto siempre,
sin excepción y nos volvíamos inconformistas al momento apoyando la cabeza en el
hombro del compañero y gritándonos que siempre seríamos fuertes, que si
flaqueaban las fuerzas nos empezaríamos a derretir.
¿Tú sabes cómo son las estatuas de sal? Tan frágiles que al
mínimo soplo se caerían al vacío y así éramos, estatuas de sal jugándose las
tripas en cada asalto, bebiendo café por la mañana planeando el próximo ataque
o la próxima venganza y tomando valerianas por la noche mientras mirábamos las
maletas esperando que alguno de los dos se fuera para no volver.
Decíamos que dejaríamos de añorar el cielo cuando lo
tuviéramos y que todo era así de sencillo, ganadores de manera innata y
perdedores de corazón, rebeldes sin posibilidad de cambio. Inconstantes por
puro aburrimiento. Inconscientes por dejarnos llevar. El corazón nos gritaba
desde la habitación de al lado que este caos de rutina acabaría con nosotros y
que estábamos en riesgo de volvernos cuerdos. Por suerte las pilas nos duraban
poco y rápidamente exigíamos el cambio, cambiábamos de monotonía, de marca de
café y de compañeros de viaje.
Éramos un puño cerrado con demasiadas preocupaciones absurdas,
un corazón impulsándonos a volar y una cabeza cuerda que se negaba a ponernos
el paracaídas, discutíamos tanto con nuestro niño interior que no podíamos ser
ni buenos adultos ni buenas personas.
Las personas más egoístas del mundo, el peor de los equipos,
una mala pareja o una pareja común y corriente y por si fuera poco, el colchón
en el que dormíamos era el más incómodo del mundo.
Las tripas se equivocaban, esto no podía salirnos bien
"Son malos tiempos para los soñadores"
Esta semana hubiera salido corriendo pero para eso está cuerda, para pegar el tirón y que no escapes... Aún no.