miércoles, 24 de agosto de 2016

Una sola cosa he aprendido.

Para hablar de México hablaría de colores. Del azul, del blanco, del gris y del verde.

Tendría que hablar de sabores, de versos, de distancias, de carreteras interminables. Pero eso ya lo escribí todo. Tengo tres tarjetas de memoria llenas de vídeos y de fotografías que demuestran lo inmensamente feliz que he sido. Y tengo un cuaderno de viaje que he ido llenando de recuerdos cada noche para no olvidarme de nada, de ningún color, de ningún sabor, de ningún verso, de ninguna distancia, de ninguna carretera interminable. Tengo México en cada poro de mi piel después de esto tan maravilloso.

(Guanajuato)

Dicen que un viaje se disfruta tres veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos. Y también dicen que un viaje de verdad te cambia para siempre. Me gusta reconocer que ambas afirmaciones son ciertas y que comprobarlo es realmente placentero. 

(Faro de Punta Cancún)


Siempre soñé con hacer un viaje de mochilera aunque imaginando que mi primer destino sería Tailandia. El gran país de las sonrisas.
A veces me alegro de que la vida sea tan caprichosa y de que mi primer destino no haya sido ese. Ese giro de 180 grados del que todo el mundo habla. Esas personas que un día conoces por casualidad y unos meses después terminan cumpliendo sueños contigo. Esa magia que te llevas, si no caes en la rutina. Porque al final todo este rollo del carpe diem, de vivir intensamente, de ser feliz y demás baratería de la autoayuda van de lo mismo, de conocer gente que te cambie la vida. Y de tú cambiarle la vida a alguien (por poquito que sea).

(Calakmul, una ciudad de exploradores)


Así que un día nos descubrimos comprando dos vuelos al otro lado del mundo. Con esa ilusión de quién sabe qué está haciendo una travesura de las grandes.

El país de Frida, de Diego Rivera, de Dolores Olmedo, de Octavio Paz, de Flores Magón, de Cantinflas. El país que acogió a la libre Chavela Vargas. El país de los mayas, de los aztecas, de los indígenas, del mezcal, del chile de árbol, de las quesadillas, de los tacos al pastor, el país de la música, de la vida en la calle y de las casitas de colores. Un país de contrastes. 

(Tulum)


Nos hemos perdido entre el azul y el blanco de playas paradisíacas que no dejan indiferente a nadie. Hemos vivido desde fuera la masificación de los resorts a todo lujo y de los hoteles todo incluido. El capitalismo metiendo la mano como siempre para hacernos creer que la realidad está a un palmo del suelo. Hemos visto la cara y la cruz y hemos aprendido a ser viajeros y no turistas empapándonos de todo, sin caer en su trampa.

(Huasteca Potosina)


Hemos caminado con la mochila a cuestas, con mucho calor. Hemos visto el sol y la lluvia, las tormentas y hasta un pequeño tornado en el mar. Hemos cogido colectivos, camiones, taxis, barcos, aviones, coches. Hemos aprendido a quitarnos la mochila tan rápido como a empaquetar todo en minutos y salir corriendo hasta la siguiente parada. Hemos reído, comido y bebido hasta creernos que estábamos en el cielo.

La infinidad verde de la selva, sus pueblos indígenas, sus carreteras llenas de curvas y topes a cada entrada de poblado. La espléndida jungla cuyas vistas desde la pirámide más alta jamás podré describir con palabras. Hemos sido exploradores en busca de ruinas mayas, monos, arañas, serpientes y jaguares. Y casi morimos de calor haciendo autostop en una carretera casi desértica.

(Tramo hasta Palenque. Unos minutos después nos encontramos kms de camiones 
parados por los maestros, que son unos luchadores en México)


En Chiapas me encontré a mí misma y cuando me quise dar cuenta estaba irremediablemente enamorada de ese lugar. Mi queridísimo San Cristobal de las Casas. Revolución sería la palabra, si tuviera que escoger solo una.

He jugado al despiste entre sueños y utopías y así descubrí la belleza en su máxima expresión en la casa de Frida, entre pinceles y cuadros y cojines y tantas flores que parecía que ella seguía paseando por Coyoacán, escribiendo poemas de amor y aferrándose a la vida. Porque cuando llevas años deseando hacer algo y por fin te ves delante de ello, el mundo se hace tan pequeñito que todo lo que quieres es que nada se borre de tu memoria, para que se haga eterno, para que ese sueño dure eternamente. Y he redimido todas mis penas delante de ella, todos los sacrificios, todas las desventuras y por ello supe que ya todo había terminado porque había llegado al final de un camino. Te llevo en mi espalda por siempre, he llenado de flores la piel. Mi dignidad y mi orgullo como mujer y como profesional.

(Un trocito de su diario, en el DF)


Cabe destacar de un viaje que la compañía es fundamental, tanto si se viaja solo como si no. Con quién te cruzas y quién te acompaña será la diferencia mayor de una experiencia. En mi caso, me rodeé de un pelirrojo bien guapo que ha hecho las funciones perfectas de compañero de aventuras. Paciencia, confianza y empatía son los ingredientes para que todo salga bien (y proponerle matrimonio en plan sorpresa) y ojalá nos queden muchas historias más juntos. No sé en cuántos abrazos entenderá que gracias a él he vivido la mejor experiencia de mi vida y la historia más mágica en años. Que me he enamorado de México y que soy una afortunada por haberle encontrado.

(Vivos se los llevaron, vivos los queremos. Pancarta por los 43 estudiantes desaparecidos)

Hemos recorrido 19000km en aire y 2500 por tierra, para llegar a nuestro destino final. Ver a nuestros amigos felices de celebrar el amor, en una preciosa boda. Los anfitriones más lindos de todo el país.

Y eso, que el próximo destino ya empieza a coger forma y que no quiero dejar de hacer esto nunca.
Que un viaje comienza cuando se empieza a planear y las Venas Abiertas de América Latina es demasiado inspirador.


Nos vemos en el sur, mi norte!

(Chiapas, San Cristobal) 




PD: el carpe diem más real que existe es dejar que un desconocido te vea tal como eres, en tus días buenos y en tus días malos, sin un pasado para juzgarte y que te acepte, te respete y te cuide así, en esa desnudez tan imperfecta. Y que cosa tan maravillosa.