Mi querida patria. El lugar donde nací. El país que acogió
mis primeros pasos.
Mi patria, que cuelga hermosos crucifijos en las escuelas
públicas con toda su buena intención y su buen hacer, para que nos protejan.
El país que quiso que yo, fuese apta para cursar estudios universitarios sólo
por haber demostrado en el último momento que tengo buena memoria para retener
asignaturas que me capacitarían para estudiar una carrera y solvencia económica.
Mi querida patria. La
misma que decidió que la universidad pública debía pagarse para rentabilizarse y gracias a esa sabia decisión pudimos disfrutar de una educación de calidad.
Mi amado país, que tomó la medida de que yo, jamás tendría derecho a beca con mi
unidad familiar. Gracias dios por darnos esta riqueza y por guardar el Estado
español tantos años. Mi país. Ese que quiere que la mayor inversión que haga en mi vida sea
en pagar mi vocación. Año tras año.
Mi patria. Que me negó el Erasmus porque no
lo merecía y aunque recé por ello, lo acepté como parte de mi penitencia. Menos
mal que mi país aconfesional me enseñó a redimir mis pecados.
Mi querida
patria. Esa que premia a los estafadores fiscales y protege la corrupción,
donde quiera que estén, sean de la clase social que sean y siempre sin querer.
Hasta las más democráticas dictaduras se equivocan. Perdónales señor porque no
saben lo que hacen.
El país que me animó a que me fuera al extranjero a trabajar, porque aquí sólo tienen futuro los
hijos de grandes poderes adquisitivos o lo que mal comúnmente se llama enchufismo.
Mi patria sabe que eso no es cierto. Sabe que a veces miento. Perdóneme usted.
El país que me
negó la sanidad cuando empecé a cotizar fuera del Estado. Tres veces Pedro negó
a Jesús. Y ya sé que él no se quejó tanto pero a veces me cuesta ser tan buena
persona.
Mi querido país, que nos vendió Bolonia como futuro europeo y nos
consoló como una buena madre cuando nos dimos cuenta de que eso era una vil
mentira afianzada por los pecadores. Si querías Bolonia para trabajar
cualificadamente en Europa solo teníais que pagarla, más. Sí, más aun. Mi pobre
patria que carece de financiación.
Cuando regresé, me contó con dulzura cómo
iba a ser a partir de entonces mi seguridad social y yo le creí cuando me dijo
que todo iría bien. Después, mi queridísimo, pero queridísimo país, me negó la
beca como individuo independizado. Yo
les había mostrado cómo leer documentos en inglés, pero pobre gobierno que
nunca tuvo para pagarse las clases particulares por culpa de gente como yo.
Mi
hermoso país lleno de vida, de sol. De iglesias. De moros, de negros, de
sudamericanos, de maricones. De terrazas. De oportunidades. De calidad de vida.
De estado de bienestar.
Gracias. Gracias y mil veces gracias. Por formarme, por
dejarme avanzar. Por no dejar que me olvide de mis raíces, de quienes me
apoyaron durante todo el camino y de quienes me dieron la espalda. Dios perdona,
pero bienaventurados los que nos son dioses. Gracias, por enseñarme quién es el
enemigo. Sin ti, todo esto no habría
posible.
Las alas, como las banderas, bien negras siempre, que lo destiñan todo.
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